Una de las jornadas que más nos gustó de nuestra estancia en Tenerife fue esta. La mañana comenzó con la visita a la destilería de ron de San Bartolomé de Tejina donde la gerente, Tatiana Morales, nos enseñó las instalaciones. Después nos dirigimos al que para nosotras es el pueblo más bonito de la isla, La Laguna.

Cuando estábamos planificando el viaje en Madrid teníamos claro que queríamos visitar una destilería porque la historia del ron está íntimamente relacionada con la de las islas Canarias.

Desde ellas partieron las primeras cañas de azúcar, la materia prima del ron, que fueron sembradas en América.

El encargado de transportarlas fue el mismísimo Cristóbal Colón, durante su segundo viaje al Nuevo Mundo, en el año 1493. Un año después, las primeras plantas ya habían prosperado.

Desde entonces, las islas Canarias no han dejado nunca de ocupar un lugar muy destacado dentro de la industria mundial del ron, contando con centenarias y prestigiosas marcas como Arehucas, Guajiro, Cocal o Artemi, entre otras.

Leyendo un poco más, descubrimos que Destilería de Tejina era la propietaria de las marcas Guajiro y Cocal, así que, nos pusimos en contacto con ellos. Muy amablemente, nos invitaron a visitar la destilería y… esto fue lo que aprendimos.

Se fundó en 1948 cuando en esta zona de Tenerife se extendían las plantaciones de caña de azúcar (sí, sí, antes que plátanos hubo azúcar) y varías familias vivían de este cultivo. Fue entonces, cuando se unieron para formar la Destilería de San Bartolomé de Tejina.

Años después se convirtió en la Cooperativa Canaria de Aguardientes y Licores (COCAL). En 1975 tuvo una gran expansión en la que se instalaron nuevas naves que permitieron envasar «in situ» el ron sin tener que llevarlo a Las Palmas.

En 1982 se dejó de plantar caña de azúcar en la comarca porque ya no era rentable, y, desde entonces, según nos contó Tatiana, van recorriendo medio mundo buscando los destilados que más se asemejen a las cualidades que tenía el que producían, para así, poder seguir fabricando ron con las mismas calidades.

Nosotras, tuvimos la suerte de que nos enseñara la antigua maquinaria que todavía conservan. Os podemos decir que es impresionante.

Posteriormente nos ofrecieron una cata de diferentes tipos de ron y otros licores (como el de plátano). Como os estaréis imaginando no nos pudimos resistir y acabamos llenando el coche de un montón de botellas.

Ahora que los hemos probado todos, os podemos decir que los recomendamos mucho y que si os gusta el ron o queréis hacer un buen regalo a alguien que le guste, tened en cuenta estas marcas porque son buenísimas. Os dejamos aquí el enlace con la lista de todos sus productos.

A día de hoy la destilería no ofrece visitas guiadas, peeero puede ser que esto cambie en un futuro y que se una, además, la construcción de un museo.

La Laguna

La Laguna al igual que el Parque Nacional del Teide son visita obligada si viajáis a Tenerife.

San Cristóbal de La Laguna, que es su nombre completo, fue fundada en 1497 por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo, y fue designada capital de la isla por estar ubicada en el interior, y así evitar los ataques de los piratas. Fue bajo el reinado de Fernando VII cuando La Laguna perdió la capitalidad de la isla en favor de Santa Cruz de Tenerife.

Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1999, pero es que, además es, sede universitaria, sede episcopal y la ciudad donde se sitúa uno de los 2 aeropuertos de la isla de Tenerife, el aeropuerto de Tenerife Norte. No está mal, ¿verdad?.

El trazado urbanístico de la Laguna es una de sus principales características. Su centro, es una cuadrícula y es prácticamente llana lo que la hace ideal para pasear por sus calles. Calles, que os recordarán a ciudades como La Habana, San Juan de Puerto Rico o Cartagena de Indias. Esto se debe a que La Laguna es predecesora de las grandes ciudades coloniales americanas.

Y ahora, nos metemos de lleno en la visita empezando por la Plaza del Adelantado.

Es algo así como el epicentro de la población y una de las plazas más bonitas de La Laguna.

Los edificios más destacados que la rodean son: la ermita de San Miguel y la casa natal del Padre Anchieta, que ha pasado a la historia como el fundador de Sao Paulo.

Desde aquí, nos podemos adentrar en el centro histórico. Alguna de las calles que hay que ver en la Laguna son la Calle Herradores o la Calle La Carrera (por cierto, no os volváis locos buscando el nombre de esta calle en un plano porque en realidad se llama Calle Obispo Rey Redondo). En ellas encontramos distintos palacetes y casonas de una sola altura, con grandes portalones y amplios patios.

Uno de los más bonitos es el de la Casa Alvarado Bracamonte o de los Capitanes. Pintada de amarillo, su bella portalada nos indica la importancia de la edificación. No menos imponentes resultan la Casa del Corregidor, pintada esta de azul, o la Casa de la Alhóndiga.

Otra calle peatonal repleta de bonitas casonas es la de San Agustín. En este caso, los palacetes suelen ser de 2 pisos y, en algunas ocasiones, cuentan con los balcones típicos canarios.

En esta vía se ubica la Casa Salazar. Su patio es uno de los más bellos de la Laguna. Si podéis entrar, hacedlo. Y si no, echadle un vistazo desde la verja de entrada, donde podréis observar la fuente que lo domina.

Casi al lado se localiza la Casa Lercado. Construida durante el s. XVI por parte de los Lercado, una familia de comerciantes de origen genovés llegados desde Italia.

El edificio religioso más importante es la Catedral. El edificio actual no tiene más de 2 siglos de antigüedad pero merece una visita.

Por último, visitamos la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción. Es una de las más antiguas de la isla y ubicada al final de la calle de La Carrera

En el año 1947 fue declarada Bien de Interés Cultural.

Su torre, que destaca entre los edificios que la rodean, es un conglomerado de estilos diferentes como resultado de las diversas reformas que sufrió hasta el s. XVII.

En el interior encontramos: un precioso púlpito labrado en madera de cedro, una pila de cerámica sevillana del siglo XV y una custodia de madera donde se celebró el primer Corpus de la isla de Tenerife.

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