Igual el título te despista porque piensas que vamos a hablar de «los 10 mejores restaurantes que ver en Bucarest» que sí, que interesante seguro que es, pero… estás en la sección de «Anécdotas» y eso, aquí, no toca.

Piensa en una glorieta, en un coche y en una mesa, así todo junto. No puedes, ¿Verdad?.

Normal, nosotras tampoco podíamos hasta que pasó… esto.

Con la mesa puesta en Bucarest

El día en cuestión estábamos haciendo el trayecto de Sofia a Bucarest. Son 380km pero las carreteras no ayudan y se tarda unas 5 horas.

A primera hora de la tarde, hacemos nuestra entrada triunfal en Bucarest y en Rumanía, ya que era la primera vez que visitábamos el país.

Era un día bastante soleado; hacia muy bueno, así que, se veía movimiento en las vías de acceso a la ciudad y en sus glorietas.

Glorietas… ¡¡Qué de cosas pueden ocurrir en una glorieta!! Seguro que si eres conductor has visto de todo, ¿Verdad?.

Eso, es lo que te crees.

Acercándonos ya a una de las avenidas más importantes de la ciudad, entramos en una rotonda… ya sabes, miras a la izquierda a ver si viene alguien, cedes el paso, entras a una velocidad moderada y…

Derrapando por tu derecha aparece un coche de cuando vivía Ceaucescu (Chauchescu «pa» los amigos) con el maletero abierto por el que asomaba (más que asomarse casi se salía) una mesa de pic-nic montada y cuando decimos montada decimos con su mantel de cuadros al viento.

Sí, sí… una mesa de madera con el mantel puesto.

¿Cómo te quedas?

Tal fue nuestro asombro que nos saltamos la salida por la que teníamos que dejar la glorieta y nos tocó dar otra vuelta.

Se ve que la familia venía de pasar el día en el campo y se les hizo tarde… otra explicación mejor no encontramos.

Moraleja: Si en las glorietas de Bucarest quieres triunfar, la mesa puesta has de llevar.

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