Nuestra siguiente parada antes de regresar a Bucarest, es la ciudad de Deva en el distrito de Hunedoara, de nuevo en Transilvania.
Al planear el viaje en Madrid, nos dimos cuenta que este era uno de los trayectos más largos que haríamos… pero no pensamos que tanto. Más de 7 horas para 323 km (según Google Maps).
Llagamos a Deva rendidas, así que, lo único que hicimos fue dejar las cosas en el hotel, buscar un súper para comprar algo de cena y descansar para el día siguiente.
A la mañana siguiente y con las fuerzas renovadas, nos dirigimos a Sibiu, una de las localidades más turísticas de Transilvania. Tardamos en llegar algo más de 1 hora y media.
El coche lo podéis aparcar en los alrededores del Boulevard Corneliu Coposu, bastante próximo al centro histórico de la ciudad.
Desde aquí, podéis tomar la calle peatonal Nicolae Balcescu que desemboca en las 3 plazas principales del casco antiguo. Al comienzo de esta calle podéis ver el Parcul Cetatii (Parque de la Ciudadela). Su trazado coincide con el de una de las murallas y se pueden ver 3 torres pertenecientes a la tercera muralla construida en el siglo XVI.
La primera plaza que veréis será la Piata Mare, que durante el siglo XV fue el mercado de trigo, lugar de celebraciones y también lugar de ejecuciones públicas.
Toda la plaza está rodeada por edificios de colores en los cuales se pueden observar los «Ojos de Sibiu» que son pequeñas ventanas ovaladas presentes en los pronunciados tejados.
Estos edificios son muestra del poderío económico que llegaron a tener los comerciantes de la ciudad durante los siglos XVII y XVIII.
El Palacio Brukenthal es uno de los lugaresndestacados de la plaza. De estilo barroco vienés y proyectado por el mismo Brukenthal, gobernador de Transilvania en el siglo XVIII. En la actualidad es sede del museo que lleva su nombre.
En esta plaza, también podréis visitar la iglesia romano-católica del siglo XVIII, construida por los propios habitantes de Sibiu con ayuda de los jesuitas con la que Sibiu regresaría al culto católico después de un siglo.
Su Torre del Reloj comunica esta plaza con la Piata Mica, que en la edad media fue el lugar del mercado local. Sus edificios fueron construidos entre los siglos XIV y XVI y servían de vivienda a los artesanos que vivían en el mercado.
En esta plaza está el Museo de la Farmacia. Es un antiguo edificio del siglo XVI donde trabajó durante el siglo XVIII el inventor de la homeopatía, Samuel Hahnemann .
También podréis ver la Casa Artelor , sede del gremio de los carniceros en la antiigüedad.
La torre Sfatului comunica la Piata Mica con la Piata Mare, es la torre del consejo y el mecanismo de su reloj es visitable.
Es uno de los lugares más famosos de la ciudad y desde arriba se contemplan unas vistas magníficas.
Entre estas dos plazas está la Plaza Huet que sirve de trazado original del primer recinto fortificado de la ciudad y donde hayaréis el monumento más antiguo de Sibiu, la Torre de las Escaleras del siglo XIII.
La iglesia evangélica está ubicada en el centro de la plaza , data del siglo XIV y es de estilo gótico.
Algo más alejado de la ciudad se encuentra el museo más grande de Rumanía. En un amplio espacio al aire libre, se pueden observar un gran número de construcciones de madera relacionadas con la vida rural rumana.
La última visita antes de regresar a Bucarest y por lo tanto a Madrid, es es castillo Corvinilior o castillo de Hunyad ubicado en la industrializada ciudad de Hunedoara.
Sin duda, un lugar perfecto para despedirnos del país, un castillo de cuento (o… de película de terror) situado sobre un pequeño promontorio que hará las delicias de los fotógrafos.
Fue construido a principios del siglo XIV por el Rey Carlos I de Hungría, que apenas lo disfrutó.
Un siglo después el Rey Segismundo de Hungría lo cedió a Juan Hunyadi.
Sería su hijo y su nieto el Rey Matías Corvino quienes realizaran las modificaciones más importantes en su estructura entre 1440 y 1480.
A mediados del siglo XX sufrió un importante incendio que lo destruyó parcialmente. Posteriormente ha sido rehabilitado para su vista turística.
Sin duda, lo más importante de esta construcción es el exterior, así que, os recomendamos rodearlo y disfrutar de todos los detalles, sobre todo de la fachada norte.
El acceso al interior se realiza mediante una preciosa pasarela de madera que atraviesa el foso que forma de manera natural el rio Zlaşti, y nos lleva a la torre principal.
Traspasando esta torre llegaréis al gran patio interior desde donde podréis acceder a las estancias situadas en cada una de las 3 plantas.
Es posible descargarse mediante una app una audioguía. Nosotros decidimos ir por libre siguiendo el recorrido marcado y leyendo la poca información que hay en inglés.
Eso, sí, en cualquier guía de Rumanía encontraréis perfectamente detallada la visita.
El interior del castillo carece casi por completo de mobiliario, pero aún así, la visita merece la pena.
En torno a este castillo, como en tantos otros lugares de Rumanía, existen algunas leyendas. Una de ellas, está dedicada a uno de los personajes más famosos de Rumanía, Vlad Tepes. Se dice que en sus mazmorras pasó varios años encerrado y que a partir de entonces, comenzó su locura.
Con la visita a este castillo finalizamos este precioso viaje, planificado a última hora, y que nos ha descubierto un país fascinante, con gentes increíblemente amables.
Rumanía os espera con los brazos abiertos, así que… ¡¡no dudéis en visitarla, os encantará!!