Todo el mundo va a Roma en su primer viaje a Italia.

Nosotras, como de costumbre, fuimos por otro lado.

Y por “otro lado” queremos decir al norte, a ese sitio del que habíamos oído hablar más por George Clooney que por los libros de historia: el Lago de Como.

Lo que no sabíamos es que nos íbamos a enganchar a tal nivel, que repetimos.

Y no descartamos volver por tercera vez, con los pies planos pero el alma contenta.

El Lago Como, exclusividad a la italiana

Sí, el Lago de Como tiene villas de millonarios y barquitos blancos que parecen sacados de una peli.
Pero también tiene calles empedradas, escaleras infinitas, pueblos que no salen en Instagram y otros que sí, pero por algo será.

En este post te contamos:

  • Qué pueblos merecen la parada (y en qué orden verlos en barco)
  • Dónde comerte el mejor helado (y no exageramos)
  • Cuáles nos enamoraron y cuáles… pues mira, ni fu ni fa
  • Consejos reales para moverse, dormir y no arruinarse en el intento

Spoiler: Este no es un viaje low cost, pero tampoco hace falta hipotecarse. Hay formas de vivirlo sin perder la esencia y la tarjeta. Y aquí te las vamos a contar.

¿Dónde está el Lago de Como y cómo moverse sin perder los nervios ni el presupuesto?:

El Lago de Como está en el norte de Italia, en la región de Lombardía, a unos 50 km de Milán.

Y aunque en las fotos parece un lugar remoto, de esos donde solo se llega en helicóptero privado con chófer y champán… la realidad es que puedes plantarte allí en tren o coche sin ningún esfuerzo.

Desde Milán:

  • Tren directo desde Milano Centrale a Como San Giovanni (unos 40 minutos).
  • Billetes baratos y frecuencias decentes.
  • También puedes ir a Varenna o Lecco en tren si quieres empezar por otra punta del lago.

En coche:

  • Alquilar coche en Milán puede ser útil si planeas visitar más zonas, pero ten en cuenta que los pueblos del lago no están hechos para aparcar fácilmente (ni barato, ni cerca, ni sin estrés).
  • Eso sí, si llevas a alguien que sepa mantener la calma en las curvas italianas… entonces adelante.

¿Cómo moverse por el lago?:

La mejor manera, sin duda: en barco.

  • Hay ferris públicos que conectan los pueblos principales (Como, Bellagio, Varenna, Tremezzo, etc).
  • Puedes elegir entre ferris rápidos (más caros, menos paradas) o lentos (más baratos, vistas premium).
  • Hay bonos diarios o de varios días que salen a cuenta si vas a hacer varias paradas.

Consejo de oro: Haz la ruta en barco desde Como hacia Bellagio parando en varios pueblos.Y vuelve por la tarde cuando el sol empieza a bajar… porque ese paseo de vuelta con el atardecer y las montañas de fondo no se te va a olvidar.

Como ciudad: villas, murallas y ganas de comprarte un vestido que no te puedes permitir.

Si vas a empezar la ruta por el Lago de Como, lo suyo es arrancar por la ciudad que le da nombre: Como. Y no solo porque está a tiro de piedra de Milán (o mejor dicho, a tiro de tren), sino porque te pone en modo dolce vita desde el minuto uno.

Como tiene historia, tiendas, villas, callejuelas y ese aire de “yo sé que soy elegante, pero no lo voy diciendo”.

Y eso, nos gusta.

Qué ver en Como sin estrés:

  • Catedral de Como (Duomo): mezcla de estilos, fachada imponente y una de las catedrales más fotogénicas del norte de Italia.
  • Basílica de San Fedele y San Abbondio: para amantes del románico. Esta última está un poco más alejada, pero vale la pena si te gusta el arte sin multitudes.
  • Murallas medievales y el casco histórico: pasear por aquí es facilito, plano y con muchos rincones que parecen pensados para sentarte a tomar un café y mirar la vida pasar.
  • Las villas: Como está llena de palacetes con nombre de marquesa (Villa Olmo, Villa Gallia, Villa Saporiti…). Algunas se pueden visitar, otras no, pero todas te hacen sentir como si fueras extra en una peli de Wes Anderson.

¿Y las compras?:

Si quieres darte un capricho, este es el sitio.
Mucho textil, mucho estilo y poco precio low cost.
Vamos, que puedes mirar sin tocar o… entrar, probarte y luego fingir que no te convence (truco clásico).

Comer en Como:

Tienes de todo. Desde trattorias con precios normales hasta restaurantes con estrella (y precio acorde).
Nosotras somos más de encontrar un buen plato de pasta y un café que no te cobren como si llevara oro en vez de azúcar. Y se puede.

Siguiente parada…

Después de ver Como, lo mejor es ir directo al embarcadero, pillar uno de los barcos que recorren el lago y dejar que el paisaje te vaya guiando.
Nosotras lo hicimos así. Y acertamos.

Cómo organizar tu ruta en barco por el Lago de Como (y no volverte loco entre horarios):

Vale, ya estás en Como, ya te has hecho la foto en el Duomo, y has mirado villas con cara de “algún día me compraré una”.
Ahora toca lo importante: moverse por el lago sin volverte un personaje de Misión Imposible con mapas y conexiones locas.

Porque sí: recorrer el Lago de Como en barco es la mejor forma de hacerlo.
Pero también hay truquitos que te ahorran tiempo, dinero y (sobre todo) paciencia.

El Lago Como, exclusividad a la italiana

Lo básico que tienes que saber:

  • El lago tiene forma de Y invertida.
  • Hay dos tipos de ferris:
    • Rápidos (hydrofoil): para llegar antes, pero más caros y con menos paradas.
    • Lentos (ferri normal): más baratos, con vistas espectaculares y más rollito.
  • Compra un pase diario o de varios días.
    Si vas a subir y bajar en varios pueblos, esto te compensa. Lo puedes pillar en taquillas o en la web de Navigazione Laghi.

Nuestra recomendación: Haz la ruta en este orden (si vas desde Como):

  1. Brienno – primer parón para saborear la calma (spoiler: poca gente lo mete en la ruta, y ahí está la gracia).
  2. Tremezzo – villas, arte y paseos al borde del agua.
  3. Menaggio – aire tranquilo y vistas que parecen sacadas de un cuadro.
  4. Varenna – casitas de colores + castillo + villa con vistas de postal.
  5. Bellagio – el broche final. Ideal para llegar con el sol bajando y volverte con el atardecer reflejado en el lago.

Puedes hacerlo en un día… pero si tienes tiempo, lo ideal es hacerlo en dos. Dormir a mitad de camino, en alguno de los pueblos intermedios, y disfrutar sin prisas.

Brienno: el pueblo que no grita para llamar la atención (y eso es justo lo mejor):

Si buscas un sitio con colas, tiendas y fotos en los mismos cinco puntos de siempre… este no es tu pueblo.

Pero si lo que quieres es silencio, callejuelas que huelen a humedad de piedra antigua y la sensación de estar descubriendo algo que otros se han saltado… entonces sí: Brienno es tu sitio.

Nosotras llegamos aquí en uno de los primeros barcos de la mañana. Y fue un acierto. Apenas había gente. El lago estaba tranquilo. Y el pueblo parecía medio dormido (como nosotras, pero con más encanto).

Qué ver (y qué no hace falta ver):

  • La Iglesia de los Santos Nazario y Celso:
    Justo al borde del lago. De origen románico, con reformas barrocas y unas vidrieras del siglo XIV que te dejan flipando. No necesitas entender de arte. Solo mirar.
  • Las calles sin nombre:
    Aquí no vienes con mapa. Vienes a perderte un poco, a dejar que los pies decidan por ti.
    Es un pueblo de escaleras, de pasadizos, de miradores inesperados.
  • Nada más. Y eso es suficiente.

Por qué Brienno sí merece la parada: Porque no está lleno de tiendas de souvenirs ni de gente preguntando “¿por aquí es lo del castillo?”

Porque es uno de los pocos sitios del lago donde puedes sentarte en un banco, mirar el agua y oír solo eso: agua.
Y porque si te vas sin parar aquí, te estarás perdiendo la otra cara del Lago de Como.

Una cara que no se sube a Instagram.
Pero que se te queda dentro.

Tremezzo: villas con historia, paseos con encanto y arte a la orilla del lago.

Tremezzo es lo más parecido a ese punto exacto entre lo elegante y lo terrenal.
Tiene villas espectaculares, jardines que parecen sacados de un catálogo y un paseo junto al lago que da gusto andar incluso con las piernas ya cargadas de barco y escaleras.

Es uno de los pueblos más completos de la ruta:
se ve bien, se camina mejor y te deja esa sensación de “aquí viviría yo… si me tocase la primitiva o tuviese apellido compuesto”.

Lo que no te puedes perder en Tremezzo:

  • Villa Carlotta:
    La joya del pueblo. Jardines inmensos, vistas de escándalo y salas con esculturas del mismísimo Antonio Canova.
    Se puede visitar, y te lo recomendamos incluso aunque no seas muy de museos.
    (Hemos dejado el enlace a la web de entradas actualizado en la sección de Datos Básicos al final del post.)
  • El paseo junto al agua:
    Es largo, tranquilo y lleno de sorpresas: cafeterías con terrazas bonitas, tiendas sin pretensiones y heladerías muy italianas.
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Parada para comer (o para darte un homenaje): Si vas con hambre, es buen sitio para parar. Hay trattorias auténticas sin caer en el “turistódromo”, y si pillas mesa en alguna terraza con vistas… vas a entender por qué Tremezzo se cuela en todos los corazones viajeros sin hacer demasiado ruido.

Menaggio: menos filtros, más esencia (y campanas que te ponen la piel de gallina).

Si Como es ciudad elegante y Tremezzo es villa con glamour, Menaggio es pueblo con alma.
De esos que no tienen prisa, ni postureo, ni pretensiones. Y por eso, funciona.

Está justo en el centro del lago, bien conectado por barco y con un ambiente relajado que te da permiso para parar, respirar y no hacer nada útil.
Que a veces, en los viajes, eso también hace falta.

Qué ver (y disfrutar) en Menaggio:

  • Piazza Garibaldi:
    El corazón del pueblo. Llena de terrazas, con vistas al lago y buen sitio para tomarte algo y ver la vida pasar sin hacer scroll.
    Desde aquí se ramifican las calles principales que suben hacia el interior del pueblo.
  • La Iglesia de San Esteban:
    Por fuera no parece gran cosa…
    Pero al entrar flipas: pinturas murales, luz tenue y ese olor a madera vieja que te devuelve la fe (aunque sea solo en el arte bien hecho).
    Y si tienes suerte, escucharás uno de los conciertos de campanas más bonitos del lago.
  • Rincones medievales:
    Menaggio conserva restos de su antiguo castillo y callejuelas que te hacen sentir que has viajado atrás en el tiempo… o al menos a un lugar sin prisas.

Ambiente: Menaggio es ideal para sentarte con un vino, sacar la libreta, o mirar las montañas reflejadas en el agua y preguntarte si necesitas tantas cosas como pensabas.

Spoiler: no.

Varenna: casitas de colores, escaleras infinitas y vistas que se quedan contigo.

Si el Lago de Como fuese una película, Varenna sería ese personaje secundario que acaba robándote el corazón.

Colgado entre la montaña y el lago, con calles empinadas, fachadas pastel y uno de los reflejos más bonitos que vas a ver en tu vida.
Varenna tiene algo.
Y no sabríamos explicarlo con exactitud.
Pero se siente.

Qué ver en Varenna (sin perderte en el intento):

  • Villa Monastero:
    Jardines enormes, vistas escandalosas y un paseo al borde del lago que es de lo más bonito de toda la ruta.
    Se puede visitar (y deberías).
    (El enlace para horarios y entradas está en la sección de Datos Básicos.)
  • Castello di Vezio:
    En lo alto del monte, dominando el pueblo. El castillo tiene historia, tiene vistas y tiene esculturas fantasmas que dan un toque raro… pero molan.
    Subida potente, pero merecida.
  • Paseo de los Enamorados (Passeggiata degli Innamorati):
    Un caminito al borde del lago que parece de cuento. Ideal para fotos, pero también para andar de la mano (con alguien o contigo mismo, que también vale).

Lo mejor de Varenna está en lo pequeño: Las escaleras empedradas. Los balcones con ropa tendida. Los bares donde nadie te mete prisa. Y esa iglesia que aparece de repente, cuando menos te lo esperas.

Todo parece pintado con mimo. Y vivido con calma.

Bellagio: villas, vistas y el mejor helado de naranja de nuestras vidas.

Sí, es el pueblo más conocido del Lago de Como.
Y sí, está lleno de gente, tiendas monas y escaleras que te dejan el culo lleno de agujetas.
Pero Bellagio tiene algo que justifica todo eso.

Calles empinadas con vistas de postal, villas históricas, un paseo de película y ese helado de naranja que nos hizo mirar al cielo como si hubiéramos visto una aparición mariana.

Lo que no te puedes perder (aunque vayas sin ganas de posturear):

  • Casco histórico:
    Un laberinto de callejuelas escalonadas que parece diseñado por alguien con buen gusto y muchas ganas de hacernos sudar.
    Subirlas es parte de la experiencia.
    Bajarlas sin matarte, también.
  • Paseo marítimo:
    Árboles, bancos, vistas al agua y esa sensación de que podrías quedarte ahí un rato largo sin necesidad de hacer nada.
  • Villas Melzi, Serbelloni y Giulia:
    Las antiguas residencias de los pudientes de siglos pasados (y algún millonario moderno con gustos caros).
    Algunas se pueden visitar, otras no. Pero todas te hacen soñar un poco.
  • Basílica de San Giacomo:
    Joyita románica del siglo XI para cerrar el recorrido con un poco de historia bien colocada.
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El helado de naranja (sí, merece su propio párrafo): Lo compramos sin expectativas. Lo probamos. Y nos miramos como si hubiésemos descubierto el secreto del universo.

Probablemente el mejor helado de naranja que hemos probado nunca.
Está en una de las heladerías del centro. No hace falta decir cuál. El destino te llevará.

Regreso a Como:

El atardecer desde el barco, con las montañas de fondo y la luz bajando sobre el agua, es de esas cosas que no necesitan filtros, solo silencio.
Un broche perfecto para una ruta que, si la haces bien, no se te va a olvidar.

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¿Y tú? ¿Has estado en el Lago de Como? ¿Tienes algún pueblo favorito que nos hayamos saltado? ¿O un sitio donde comiste el mejor helado de tu vida?

Te leemos en comentarios.

Que aquí, como siempre, nos gusta más hablar con personas que con el algoritmo.

Datos Básicos:

  • ¿Dónde dormir en el Lago de Como?: Depende de tu ruta, tu ritmo… y tu presupuesto.
    Nosotras te dejamos aquí un mapa interactivo con alojamientos seleccionados para que elijas el que mejor te encaje. Desde hoteles boutique con vistas al lago hasta opciones más sencillas, pero bien ubicadas.
  • Entrada Villa Carlotta (Tremezzo) 
  • Entrada Villa Monastero (Varenna)
  • ¿Cuántos días necesitas?: Si vas justito de tiempo, puedes hacer la ruta en un día.
    Pero si puedes estirar el viaje, lo ideal es dedicar dos días enteros. Así ves los pueblos con calma y te tomas un vino sin mirar el reloj.
  • ¿Cuál es la mejor época? Primavera y otoño son la gloria: buen clima y menos gente.
    En verano… prepárate para las multitudes y los precios elevados.
    Y en invierno, aunque hay menos vida, también hay más paz (y precios más bajos).
  • Cosas que nosotras hicimos y repetiríamos:
    • Empezar por Como y subir hacia Bellagio en barco (atardecer incluido).
    • Combinar pueblos conocidos con joyas más tranquilas como Brienno.
    • Llevar buen calzado (las cuestas no perdonan ni a las influencers).
    • Dejar hueco en la maleta para un capricho textil italiano.
    • Y sí, parar a comernos ese helado de naranja. Otra vez.

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