Hay planes de un día que se te olvidan al siguiente.
Y luego están los que te dejan con ganas de contarlo.
En Moradas de San Martín nos esperaba un plan distinto:
vino, paisaje, conversación sin prisa y, al caer la noche, telescopio y universo.
No hay fuegos artificiales.
Hay historia, sabor, y el tipo de experiencia que te cambia el chip sin tener que irte a la otra punta del mundo.
Una escapada con sentido, a menos de una hora de Madrid.
Y con estrellas. De verdad.

La cata que te conecta con lo que tienes delante:
No fue una cata cualquiera.
Y no porque probáramos el vino en un sitio “instagrameable”, sino porque nos lo explicaron todo con claridad, sin florituras, pero con pasión.
De esas explicaciones que no necesitas apuntar para recordar.
Nos contaron el proyecto de Moradas de San Martín desde dentro: cómo trabajan la tierra, qué filosofía tienen, por qué hacen el vino como lo hacen y qué hay detrás de cada botella.
Nada de discursos de manual.
Aquí hay personas que se lo creen, y eso se nota desde el minuto uno.
La cata se hace en un espacio cuidado, entre barricas y paredes con historia, con luz cálida y sin ese ruido ambiente que arruina tantos lugares bonitos.
Es el tipo de sitio donde puedes escuchar, preguntar, reírte y aprender sin sentir que estás en una visita guiada cronometrada.
Probamos varios vinos y cada uno venía acompañado de su por qué.
No hubo postureo, pero sí matices, detalles y ganas de que entendieras lo que tenías en la copa.
Y lo mejor: nos fuimos con la sensación de haber probado algo auténtico, no una versión maquillada para turistas.




Y entonces llegó Saturno:
Cuando se fue el sol, se encendieron las linternas rojas y empezó otra cata.
Esta vez, del cielo.
La actividad de observación astronómica la lleva el equipo de AstroAfición, que no solo saben un montón, sino que tienen esa capacidad de explicártelo todo sin que desconectes a los dos minutos.
Te van llevando por el cielo con puntero láser, humor y curiosidades que no suenan a Wikipedia.
Pero lo mejor vino cuando llegó el turno del telescopio.
Primero apuntamos a Saturno y, sinceramente, no estábamos preparadas para lo que vimos:
No parece real.
Es como una pegatina, una calcomanía flotando en el cielo.
Te quedas quieta, muda, y piensas: «Vale, esto sí ha merecido la pena».
Después vino Júpiter, con sus bandas de gases en movimiento.
Y ahí ya fue la locura.
Ver en directo esos detalles, esos colores, ese movimiento…
Es como asomarte a algo que hasta entonces solo habías visto en fotos o documentales.
Y mientras todo eso pasaba, tú estás allí, en mitad del campo, rodeada de gente en silencio,
con una copa en la mano y el cielo abierto sobre ti.
No es una metáfora.
Es una noche que vas a recordar.
Punto.






Lo que nos llevamos:
No hicimos noche.
Pero sí hicimos pausa.
En un solo día salimos de Madrid, probamos vinos con historia,
miramos al cielo como si fuera la primera vez y volvimos distintas.
Con menos ruido en la cabeza y más ganas de repetir planes con sentido.
Moradas de San Martín no es un sitio que vaya a salir en una lista de “Top escapadas románticas con jacuzzi”.
Tampoco lo necesita.
Si buscas una experiencia que no parezca pensada por un algoritmo, esta es una de esas joyas que hay que recomendar con cuidado.
Porque ojalá no se llene de lo de siempre.
Porque ojalá se mantenga así.
Y si esto resuena contigo… entonces también te va a gustar la No Newsletter.
Cada día, un email con planes reales, viajes con alma y verdades sin filtro.
Sin trucos, sin postureo. Como este post.

Datos Básicos:
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Aquí tienes el mapa con todas las opciones.
- Dirección Moradas de San Martín: Pago de Los Castillejos, Ctra. M-541 Km 4,7 28680 San Martín de Valdeiglesias, Madrid
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- Duración de la experiencia: Aproximadamente 3-4 horas.
- Recomendaciones: Lleva ropa cómoda y una chaqueta ligera para las noches más frescas.
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