No es por las alas, ni por el ruido, ni por el cinturón.
El miedo a volar no siempre está en el avión.
A veces está en lo que no controlas.
En la cabeza.
En lo que pasa antes de despegar.
Hay gente que empieza a sudar solo con oír “modo avión”.
Gente que ha aprendido a decir que le marean los viajes, cuando en realidad lo que le marean son los pensamientos.
Y sí, hay gente que ama viajar, pero odia volar.
Si es tu caso (o el de alguien que conoces), sigue leyendo.
Y si no, también. Porque esto le pasa a más gente de la que crees.

¿Por qué sentimos miedo al volar?:
No siempre hay una causa clara.
Ni una mala experiencia. Ni una noticia reciente.
Solo sabes que algo dentro dice “esto no me gusta”. Y punto.
El miedo a volar es, muchas veces, la suma de miedos que no se notan en tierra firme.
Por eso cuesta tanto explicarlo… y por eso tanta gente lo calla.
Vamos a desmenuzar los ingredientes de ese miedo:
1. Miedo a perder el control
Estás a 10.000 metros de altura.
No conduces tú. No ves al piloto. No puedes bajarte.
Tampoco decidir nada.
Y para una mente que está acostumbrada a tener el control, eso no es volar:
Es una pesadilla vestida de vacaciones.
2. No entender cómo funciona el avión:
Los ruidos.
Las turbulencias.
La sensación de estar flotando o cayendo.
Todo lo que no se entiende se convierte en sospechoso.
Y el cerebro, que es muy creativo, rellena los huecos con miedo.


3. Claustrofobia o sensación de encierro:
El espacio es pequeño.
El cinturón te limita.
La puerta está cerrada.
Y no hay escapatoria.
No hace falta tener claustrofobia diagnosticada. Basta con que un día el cuerpo diga “aquí no puedo respirar bien” y la mente lo amplifique a todo volumen.
4. Experiencias pasadas (propias o ajenas):
Un mal vuelo. Una noticia.
El típico amigo que te dice “Una vez, volviendo de Bangkok…”
Las emociones no siempre respetan la lógica.
Y muchas veces heredamos miedos que ni siquiera son nuestros.



5. Fobia a las alturas:
No es el avión. Es la altura.
La sensación de estar suspendido en el aire.
La idea de mirar por la ventanilla y ver el mundo entero debajo.
A veces no necesitas un vuelo.
Te basta con un acantilado, un puente o una escalera para que el vértigo suba antes que tú.
6. Miedo a tener miedo:
Sí, esta también es real.
Miedo a que te dé un ataque de ansiedad.
Miedo a perder el control delante de gente.
Miedo a quedarte atrapado en tu propia cabeza durante horas.
Y al final no estás temiendo al avión.
Estás temiendo tu reacción dentro del avión.
7. Traumas no resueltos:
El miedo a volar puede ser una puerta de entrada a otras cosas.
Estrés. Duelo. Cambios de vida. Ansiedad general.
Cuando te subes a un avión, te aíslas del ruido exterior… y se amplifica el ruido interior.
Y eso también da miedo.


Aquí es donde entra Ron:
Cuando algo te da miedo, hay dos opciones:
Evitarlo… o entenderlo.
Y para entender lo que pasa cuando volamos, nos hemos unido a alguien que conoce los mandos por dentro, y el miedo por fuera.
Ron Bengoechea es piloto comercial y fundador del proyecto Vuela Sin Miedo.
Lleva años ayudando a personas que odian volar a reconciliarse con el cielo.
A entender cómo funciona un avión… y cómo funciona su cabeza.

Si quieres dar el primer paso…
Ron ha escrito un libro claro, directo y útil para todas esas personas que sienten que el miedo a volar les está quitando cosas.
Tiempo. Oportunidades. Experiencias. Vida.
Aquí puedes conseguirlo.
(Y no, no ganamos nada con esto. Pero te aseguramos que vale cada página.)
El miedo a volar no es debilidad. Es humanidad:
Si alguna vez te has subido a un avión con el corazón a mil, la tripa revuelta y la sonrisa más falsa del mundo…
No estás solo.
Si te has sentido culpable por no disfrutar de lo que se supone que debería encantarte…
Tampoco estás solo.
Y si estás harto de consejos que suenan a “relájate” o “no pienses” cuando lo que quieres es entender qué te pasa y cómo dejar de sufrirlo…
Entonces este blog, esta comunidad y esta manera de contar las cosas puede que sí sea para ti.
Porque aquí no te vamos a decir que te tomes una tilita y ya.
Te vamos a decir que no estás roto, que no eres raro, y que no eres menos viajero por tener miedo.
Y si te quedas por aquí, vas a leer mucho más de esto.
De lo que no se cuenta en Instagram.
De lo que no sale en los mapas.
De lo que realmente significa viajar con alma (y con aire acondicionado a 35.000 pies de altura).
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Nuestros básicos para volar sin miedo (y disfrutar del viaje de principio a fin):
¿Has decidido subirte de nuevo a un avión?
Pues que sea con todo lo que nosotras usamos para que el viaje vaya suavecito (desde antes del embarque hasta el “ya hemos vuelto”).